viernes, 11 de junio de 2010

*Capítulo III:
Lo que empezó como un hermoso sueño termino en una horrible y detestable pesadilla. Me levanté e intente abrir la puerta del armario pero todavía estaba cerrada. Me voltee y vi mis colores en el piso, agarre uno e hice un trazo en la pared; me pareció pequeño e insignificante, necesitaba fuerza, valor, así que escogí otros más que combinaran y empecé a dibujar. Todavía no podía olvidar aquel sueño así que lo que eran trazos indefinidos, recrearon el jardín, tal y cual lo había imaginado; pero ahora yo le iba a colocar un final feliz… dibuje el jardín y a las dos personas en el medio, y empecé……
Había una vez, en lo lejos, pasando el horizonte, un bello jardín mágico, lleno de las más hermosas y raras flores del mundo. Existía una leyenda relacionada con este jardín, la cual relataba que acá se cultivaba la flor del amor, y daba la semilla de la honestidad y la confianza; también que si se lograba llegar al jardín, se recogía dicha flor y se le obsequiaba a su alma gemela vivirían felices por siempre. Un joven aventurero escuchó la leyenda y emprendió la búsqueda del jardín, yendo más allá de los límites del horizonte, sumergiéndose en la oscura profundidad de los bosques, atravesando ríos y refugiándose en cuevas o de bajo de los árboles. Cuando ya el aventurero perdía la esperanza de encontrar el jardín y tenía la intención de regresarse, una mariposa le dijo: “¿por qué te vas y dejas todo a la mitad?; el aventurero convencido de que se había vuelto loco por tanta soledad le contestó sin pensar a la mariposa, diciéndole: “porque he vagado mucho, caminado kilómetros y nada del jardín; con cada día que pasa me convesco más de que no existe de que es solo una fantasía creada para los jóvenes sobre el amor”; la mariposa escuchando atentamente la respuesta le dijo: “sabes, en medio de la tempestad, y de cualquier otra tragedia la esperanza es lo último que se pierde; y si avanzas otro poco, más cerca estarás”. El aventurero, creyendo que ahora si se había vuelto loco y que no tenía nada que perder si le hacía caso a la mariposa, se levantó y caminó; hasta que atravesó una muralla de espesos helechos que le permitieron la vista a un hermoso jardín, iluminado por el sol, que llegaba por todas partes. El aventurero sorprendido caminó y se adentro en el jardín, y era igual que como lo describía la leyenda, y hasta aún más hermoso. Encantado por toda la diversidad de flores, no sabía cual escoger y miro y miro; pasó tiempo preguntándose cuál sería la famosa flor, hasta que vio una; era una sencilla pero llena de encanto, una florecilla pálida y frágil, blancuzca; de inmediato el aventurero se dirigió a ella la arrancó de raíz y la sembró en una pequeña maceta que cargaba con él y dejó el jardín. Cuando regreso a la ciudad busco a su amor, le dijo lo mucho que la quería y como muestra de su amor le entregó la flor, la chica encantada con la flor le dijo también que lo amaba; después de un mes los enamorados se casaron, y vivieron felices los dos hasta envejecer juntos y morir; con ellos su flor, la cual presenció ese amor tan grande y bello y duró tanto tiempo como ellos hasta que se marchitó justo el día de la muerte de los enamorados…y esa fue su flor del amor.
Cuando termine mi cuento, mire hacia la pared, había trazado en mis dibujos una historia muy bella, llena de alegría y romance, nada de tristeza, me sentí muy orgullosa de mi misma. El dibujo era tan lindo que no quise borrarlo así que le coloque en frente una antigua caja que se encontraba allí para que mi mamá no lo viera…y arriba, como todo cuento debe poseer un título, le coloque: “La Flor del Amor”
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...Espero que les halla gustado comente y bueno cuidense.
Att: Diana

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